Encarnación, cruz y resurrección
Encarnación, cruz y resurrección
Encarnación y cruz nos ayudan a aprender a abajarnos por solidaridad de los de
abajo, a desprendernos por atender al presente, a dejar apegos o dejar ir para que otros
vivan, a resistir ante lo imposible y obedecer a la realidad. Y la resurrección no nos
habla sólo de la vida más allá de la muerte sino de esta vida, de que hay que resucitar ya
desde ahora, es la vida que se nos regala y aquí es donde hay que dar vida y hacer
fecundas nuestras vidas.
Se nos pide estar despiertos. Y la resurrección también es un despertar, qué
importante es despertar, estar atentos a lo que vemos y a las posibilidades que no todos
ven. El despertar pertenece también a la espiritualidad cristiana. Estar vivos y cuidar de
la vida de otros, a pesar de nuestras dificultades o carencias, pertenece a nuestra fe en la
Resurrección.
Un pequeño y sencillo ejemplo:
Una vez, Gandhi, mientras intentaba subir a un tren, perdió un zapato en las
vías, entre el tren y el andén.
Intentó alcanzarla, pero fue imposible y el tren estaba a punto de partir. Entonces
se quitó el otro zapato y lo arrojó al lado del otro.
Quien estaba con él, asombrado, le preguntó por qué había decidido tirar el
zapato que le quedaba, y él respondió sonriendo: "Un pobre que encuentra un solo
zapato no sabe qué hacer con él. Al tirar mi segundo zapato también, al menos podrá
disfrutar de mi par de zapatos".
¿Cuál era la ventaja de quedarse con un solo zapato?
¿Cuántas cosas, por apego, no soltamos? Y si, por el contrario, aprendemos a
dejarlas ir, podrían aligerarnos y, también, beneficiar a alguien más…
Cuando los evangelios ponen en boca de Jesús que hace o dice esto o aquello
“para que se cumplan las Escrituras”, éstas representan la voluntad de Dios, no en su
literalidad sino en la intencionalidad educadora de Dios de sus criaturas humanas.
Pero la expresión, en boca de Jesús. también significa dejarlo todo en manos de
Dios. Soltar. Abandonarnos al misterio. Obedecer a la realidad. Creer en el amor del
Padre. Confianza plena. Espíritu fuerte, resistente y fiel. Al no sentir apego por nada,
sólo dejarse robar el corazón por los más pobres, más frágiles, más débiles.