PARROQUIA AL DIA
HOJA DE ALELUYA
Parroquia de San Lázaro
Sábado, 7.A las 6 tarde, misa. A las 8 tarde, misa.
Domingo, 8. II de Cuaresma. A las 12’30, misa. A las 8, misa.
Lunes, 9.A las 5’30, Refuerzo Escolar. A las 7’30 tarde, Rosario por la vida y la familia. A las 8 tarde, misa.
Martes, 10.A las 5’30, Catequesis de 2º. A las 8 tarde, misa.
Miércoles, 11.A las 5’30, Catequesis de 3º. A las 8 tarde, misa.
Jueves, 12.De 10 a 12 Adoración eucarística, comienza con la Eucaristía del día. A las 5’30, Refuerzo escolar. A las 7 tarde, Adoración. A las 8 tarde, misa. A las 8’30, Reunión del Movimiento Juan XXIII.
Viernes, 13.A las 6’15 tarde, encuentro de Oración y vida. A las 7’30 tarde, Via Crucis. A las 8 tarde, misa.
Sábado, 14.A las 6 tarde, misa. A las 8 tarde, misa.
Domingo, 15.III de Cuaresma. A las 12’30, misa. A las 6 tarde, Retiro espiritual mensual. A las 8, misa.
El Evangelio
La Palabra de Dios nos sale al encuentro hoy en tres momentos: 1) “Sal de tu tierra, de tu patria, y de la casa de tu padre, hacia la tierra que yo te mostraré”… 2) “Toma parte en los padecimientos por el Evangelio, según la fuerza de Dios”… 3) “Y subió con ellos a un monte alto”… La transfiguración. La visión de Jesús resucitado, transfigurado, puede esperar; nos basta la fe en el testimonio fiel de los discípulos de Jesús. De momento nos quedamos con la buena noticia de que es el Hijo de Dios, es Dios en la persona de su Hijo Jesús. Cuando contemplamos su vida vemos muchos rasgos de humanidad en los que se complace el Padre Dios. Por eso la voz del cielo nos dice: “Este es mi Hijo, el amado, en quien me complazco. Escuchadlo”. Los tres momentos muestran su coherencia para que se dé el encuentro del ser humano con Dios. Primero, sal de ti y lo tuyo, de tu zona de confort, de lo que te da seguridad o elimina el riesgo. La vida es arriesgar, de lo contrario no nos enteramos de estar vivos. La vida es salir al encuentro de los otros, y de este modo nos podemos enriquecer mutuamente, hacernos bien, ayudarnos a crecer, también podemos tropezar o hacernos tropezar unos con otros, por eso es riesgo.
Pero somos “vocación”, llamada, por algo nos llamó Dios a la existencia, para crecer en dirección suya, hacia la nueva tierra que Dios nos ofrece, hacia el horizonte a donde nos lleva el Evangelio de Jesús. Los padecimientos que tengamos que pasar por el Evangelio no son para echarse atrás, merece la pena, nos mueve la vida, nos colma el amor. Merecía la pena el riesgo, salir de nosotros mismos. Para resistir, de vez en cuando el Padre nos invita a subir al monte donde nos muestra el rostro transfigurado del Hijo, Jesús. Cada eucaristía, cada tiempo de adoración eucarística, cada retiro diario a la oración, cada retiro largo, son nuestros momentos felices en que contemplamos que a donde caminamos se llega, y además nos llena el corazón y la inteligencia, porque se llega a la nueva tierra del amor, del saberse amados y ser capaces de amar. Luego, hay que volver a salir a la vida corriente, a la vecindad y a las periferias, pero salir con rostros transfigurados, caminado “como si viéramos al Invisible” que nos lleva de su mano. Mereció la pena “salir” y fiarnos de Dios.