San Lázaro Reinicia en Pentecostés

Parroquia de San Lázaro

Sábado, 30. A las 6 tarde, misa. A las 8 tarde, misa en la Vigilia de Pentecostés.

Domingo, 31. Pentecostés. A las 11, Misa de las Familias con los niños. A las 12’30, misa. A las 8, misa.

Lunes, 1. A las 11, misa. A las 7’30 tarde, Rosario por la vida y la familia. A las 8 tarde, misa.

Martes, 2. A las 11, misa. A las 7’30 tarde, oración. A las 8 tarde, misa.

Miércoles, 3. A las 11, misa. A las 7’30 tarde, oración A las 8 tarde, misa.

Jueves, 4. A las 11, misa, Rosario, y Adoración eucarística. A las 7 tarde, Adoración. A las 8 tarde, misa.

Viernes, 5. A las 11, misa. A las 6’30 Reanudamos la Formación de los voluntarios para la nueva etapa de la evangelización, con las distancias y medidas de desinfección. A las 8 tarde, misa.

Sábado, 6. A las 6 tarde, misa. A las 8 tarde, misa.

Domingo, 7. Fiesta del Dios revelado como Comunión trinitaria. A las 11, Misa de las Familias con los niños. A las 12’30, misa. A las 8, misa.

Aviso: La Parroquia se une a la normativa sanitaria del Arzobispado: Se suprime el agua bendecida. Nos desinfectamos las manos. Pisamos las alfombrillas desinfectantes. Nos damos la paz con una simple inclinación de la cabeza. Tomaremos la comunión en la mano con el máximo respeto. En una mano se deposita la forma consagrada. Con la otra mano se toma y se lleva a la boca. Se hace delante del sacerdote y luego nos retiramos. Recemos por los enfermos y llevemos una prudente precaución, sin alarmarnos. Confiemos en Dios.

El Evangelio

¿Qué es la realidad? ¿Cosmos, que es últimamente energía y materia en evolución, pero cosmos material con Espíritu? ¿Babel y Espíritu? ¿Disgregación y congregación? ¿Expansión y concentración? ¿Pluralidad y unidad? ¿Diferencia e identidad? La respuesta debe ser científica y humana. No existe la pura ciencia para responder. Responden sólo seres humanos que hacen ciencia sin dejar de ser personas por su “libertad y corazón”, por sus “conocimientos y su conciencia”, que es una forma de decir “personas con espíritu”. Sí, somos “espíritu en el mundo”, porque somos distintos de todo lo que es meramente mundo. Somos más que mundo, porque el espíritu nos abre al horizonte de lo ilimitado, y somos menos que mundo, menos que otras realidades de este mundo cuyas fuerzas nos pueden, porque también somos espíritus limitados.

Muchos no creen en nuestra dignidad espiritual que trasciende la realidad toda de este cosmos, y piensan que lo que llamamos dignidad se reduce a su base bioquímica en el cerebro y el sistema corporal biológico que lo sostiene. Nosotros, humanos y cristianos, afirmamos nuestra dignidad espiritual como personas humanas, por la experiencia del Espíritu Santo que alentaría en toda la creación, que habló por los profetas en la historia de Israel, que llenó al galileo Jesús de Nazaret y que fue derramado en los corazones de sus discípulos cuando les estaba dejando. Los cristianos fuimos bautizados, aprendimos de memoria que éramos templos del Espíritu Santo. Pero ahora se nos pregunta, ¿habéis recibido el Espíritu Santo? Ante esta pregunta ¿qué contestaríamos? ¿En qué notamos que el Espíritu nos habita? ¿Somos dóciles a sus inspiraciones íntimas? ¿Hemos aprendido a discernir entre las motivaciones del Espíritu Santo y los movimientos del corazón que nos asaltan desde los espíritus del mundo que nos rodean? ¿Somos nosotros los que vivimos o nos viven? ¿Somos nosotros los que consciente y responsablemente decidimos sobre nuestras vidas, o son otros los que dirigen nuestras vidas haciéndonos creer que somos libres eligiendo lo que ellos nos ofertan elegir?

El Espíritu de Jesús, Espíritu de Dios, es Espíritu de la verdad, la verdad que nos hace libres, en contraste con tantos otros espíritus o vendedores (marketing) de productos o de ideas que nos engañan diciéndonos que somos libres eligiendo lo que ellos tentadora y amenazadoramente nos ofertan. ¿Entiendes ahora lo que significa el “discernimiento de espíritus”? El Papa Francisco insiste en el discernimiento. Es todo un aprendizaje en el que hay que entrenarse ante tantas ofertas que nos tientan a no pensar y consumir sin más, por los estímulos con que nos atraen.

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