¿Cuál es la primera y principal misión del ser humano sobre la tierra?

¿Cuál es la primera y principal misión del ser humano sobre la tierra?

                ¿Por qué dice el evangelio que la pregunta por el primer y principal mandamiento de la Ley de Dios es una pregunta para poner a prueba a Jesús? Porque entre los fariseos y los saduceos había una discusión sobre el mandamiento principal y sobre los más importantes, o si todos y cada uno de los mandamientos y preceptos debía ser observado sin falta. Y buscaban que Jesús les diera la razón. Los Saduceos insistían en las obligaciones del Templo y los sacrificios rituales. Los Fariseos en la Ley y en el cumplimiento de los preceptos que venían a completarla, para un buen cumplimiento de la Ley.

Jesús podía contestar: guardar el “Sábado”, estudiar las Escrituras…; o también, tratándose del mandamiento principal y primero, amar a Dios con todas tus fuerzas. Contestó lo segundo y ellos no podían sino estar de acuerdo, lo recitaban cinco veces al día con el Shemà Israel. Pero Jesús, tras contestar el primer mandamiento: amar a Dios con todo nuestro ser, continúa y les dice que hay un segundo mandamiento semejante al primero, amar al prójimo, lo sabían, pero no se esperaban este énfasis.

Decir que amar al prójimo es semejante a amar a Dios no se lo esperaban, no era habitual entre los fariseos dar tanta importancia al amor al prójimo. De acuerdo con lo que recitamos en el Shemà: “Escucha Israel: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu mente, con todas tus fuerzas, con todo tu ser”. Eso lo tenían muy presente, pero luego iban a sus asuntos y dejaban las cosas más o menos como estaban: se separaban de los que llamaban “impuros”, pobres, enfermos, campesinos y ganaderos, enterradores, mujeres en menstruación, siervos, extranjeros, etc. El prójimo no era alguno de aquellos, el prójimo era el cercano a ellos y el semejante a ellos.

Por eso, este texto de Mateo debe completarse con el otro de Lucas, donde figura la pregunta que busca la autojustificación farisea: ¿y quién es mi prójimo? A lo que Jesús contesta contando la parábola del Buen samaritano. También la podían contestar con ayuda de las Escrituras. Así, en el día de hoy, la primera lectura proclama: “No oprimirás ni vejarás al extranjero, porque extranjeros fuisteis vosotros… No explotarás a los empobrecidos como viudas y huérfanos… No practicarás la usura cuando prestes tu dinero. Y si le tomas en prenda algo, mira que no lo vaya a necesitar para su salud”. Con esa delicadeza habla Dios en uno de los libros de la Ley como es el Éxodo. Algo a tener muy en cuenta no sólo los fariseos del tiempo de Jesús sino también nosotros hoy.

Los escritos sinópticos recogen bien este tema, lo que habla de la historicidad de la discusión y enseñanza de Jesús al respecto, Los joánicos lo exponen con máxima claridad cuando se alude en la última cena al Mandamiento nuevo de Jesús: que os améis unos a otros como yo os he amado. O cuando en la primera Carta de Juan se nos argumenta: ¿cómo puedes decir que amas a Dios a quien no ves y no amas al prójimo a quien ves? Si Jesús dijo que en estos dos mandamientos se sintetizaba toda la Ley y los Profetas, al final, resulta que se trata de un único amor y un único corazón purificado en su capacidad de libertad y de amor. Un único amor: amamos a Dios y a quienes Él ama; amamos al prójimo y a quien le habita, hasta el punto de poder decir Dios con Jesús: “a mí me lo hicisteis”; nos amamos a nosotros mismos no por egoísmo sino por la dignidad humana recibida al ser hijos de Dios que nos hermana con todo ser humano al que nos podemos mostrar como prójimo suyo, sí, como el Buen Samaritano. Uno y el mismo amor.

 

 

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