El Dios de las Alianzas

El Dios de las Alianzas eleva pedagógicamente al ser humano a su nivel de dignidad y espera que responda a ese nivel, como Jesús

La Iglesia nos propone las lecturas bíblicas de los domingos para esta cuaresma, siguiendo la historia de las Alianzas. Dios busca la alianza con nosotros los hombres y mujeres; eso significa que toma en serio nuestra libertad. Una alianza se da entre seres libres y conocedores de los pactado. Las lecturas de esta Cuaresma nos van llevando de promesa en promesa, de alianza en alianza, de corrección en corrección y de plenitud en plenitud. Si nosotros fallamos, Él permaneces fiel y vuelve a intentarlo a un nivel más pleno. Por eso, no acaba de ser un pacto entre igual capacidad de pactar, más bien, Dios siempre nos regala la posibilidad de comenzar de nuevo, pero busca nuestra vinculación libre y, para ello, ayuda a comprender mejor, corrige nuestras imágenes de lo divino o de Dios.

Los hombres creían que un diluvio era castigo de los dioses; en cambio Dios dice no haberse arrepentido de habernos creado, y nos da el Arco Iris como señal de bonanza, detrás de cada tormenta que suframos. Los hombres creían que los dioses pedían el sacrificio del hijo primogénito, pues la vida sólo podía venir de la divinidad y justo era reconocérselo; en cambio Dios dice a Abrahán que no lo haga, que su hijo Isaac era hijo de la promesa, y que le bastaba su gesto de fe y entrega, dispuesto a la renuncia de lo que humanamente más amaba. Abrahán se fiaba del Dios de la promesa, más allá de que se cumplirá su promesa como él esperaba. Así pues, la voluntad de alianza de Dios con los hombres seguía, y la promesa de su cumplimiento se concretaba ahora en los descendientes de Abrahán, por la fe.

Y ¿qué escena proponer después de haber contemplado el díptico del Jordán/Bautismo y del Desierto/Tentaciones, en domingos anteriores? El Jordán y el Desierto fueron ocasión para la plena revelación de la identidad de Jesús, como Hijo amado del Padre hecho plenamente humano, hasta sufrir tentaciones como nosotros, porque nuestro conocimiento y libertad son finitos, somos criaturas.

Hoy, una segunda escena viene a complementar la primera: la de la Transfiguración, revelación de su filiación divina en la intimidad de los tres discípulos más íntimos de Jesús. Sí, pero con el aviso de mantener el secreto mesiánico hasta que con su muerte y resurrección se manifieste cómo fue Mesías Jesús. Porque no se iba a comprender a Dios si no se comprendía que el Reinado de Dios asumía el rechazo de los hombres, su pecado; y que lo vencía y lo redimía; lo salvaba, porque su amor perdura eternamente.

En este segundo domingo de cuaresma contemplamos que la promesa de Dios lleva toda la garantía de Dios y la historia de esperanza que Él había iniciado con los hombres: ahí están Moisés y Elías, la Ley y los Profetas para recordarlo. Es la historia que muestra la condescendencia, pedagogía y fidelidad de Dios con nosotros. Ahora con Jesús, esa condescendencia, pedagogía y fidelidad se iban a radicalizar y mostrar más plásticamente todavía. Desde Abrahán a Moisés, a David, a Jeremías y Ezequiel, hasta Jesús, contemplamos un caminar de promesa en promesa, de alianza en alianza, de corrección en corrección (pedagogía), de fidelidad en fidelidad y de plenitud en plenitud. ¡Maravilla de pedagogía, la de Dios nuestro Padre y Padre de Jesús! Hoy hay que contemplar la maravilla, y seguir dejándonos reeducar por Dios; nos irá mucho mejor.