Domingo de Ramos en la Pasión del Señor
Meditemos la Palabra de este Domingo con estas preguntas:
Ante Isaías 50,4-7: 1) Como discípulo del Señor, ¿me dispongo a escucharle, dándome tiempo, dándole tiempo? 2) Cuando hablo, ¿sé decir al abatido una palabra de aliento? 3) Cuando el Señor me abre el oído y me hace escuchar lo que no me esperaba, ¿encuentra en mí resistencias? 4) Cuando me siento ofendido o agredido por personas, circunstancias o determinadas políticas, ¿lo llevo bien con entereza sin devolver con la misma moneda? 5) ¿Siento que el Señor Dios me ayuda a frenarme y pensar mi mejor respuesta a la agresión, sabiendo que no quedaré defraudado?
Ante Filipenses 2,6-11: 6) Mirando el abajamiento del Hijo de Dios cuando se hace un hombre como nosotros, ¿me freno en mi voluntad de poder o de dominio, de subir por encima o a costa de los demás? 7) Cuando veo a Jesús sujeto a limitación y fragilidad humana, así como sujeto a las humillaciones e injusticias del pecado del mundo, ¿asumo en verdad y con responsabilidad la realidad concreta que me toca vivir, o me busco escapatorias? 8) Ante la victoria de la Víctima inocente y su exaltación sobre todo, el Padre nos dio a conocer el nombre de “Señor” y “Dios” que recibía Jesús para nosotros, aunque ya lo era; entonces, ¿doblo mis rodillas y le adoro como criatura que soy, agradeciendo haber sido yo elevado a hermano de Jesús y amigo de Dios en alianza eterna, y elevado a poder ser hermano universal?
Tras la escucha del relato de la Pasión según San Marcos: 9) ¿Con qué persona entre los protagonistas del relato de la pasión me identifico en el momento actual de mi vida? 10) Ante el reconocimiento del Centurión mirando al crucificado cuando dice: verdaderamente este hombre era el Hijo de Dios, ¿llevo unido en mi cabeza y corazón el amor de Dios en su máxima manifestación como amor crucificado en Jesús?