¿Por qué Jesús puede ser tan bueno para nosotros?
“Este hombre enfermo ha sido curado en el Nombre de Jesucristo el Nazareno, crucificado y resucitado”, dice Pedro, cuando le interrogan sobre la curación de un enfermo. A partir del Resucitado, discípulos suyos fueron continuando el amor de Dios sanador y liberador que había manifestado Jesús. Cuando Pedro dice: “no hay salvación en ningún otro nombre”, no es una afirmación excluyente, sino inclusiva, porque dice que en el nombre de Jesús todo ser humano, cada ser humano, encuentra su salvación. Queda que las personas conozcan a Jesús y todo lo que puede significar por ellas; porque cuando se le conoce se descubre con admiración qué gran amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos!; y aún no se ha manifestado lo que seremos, cuando nos encontremos con Dios cara a cara.
¿Por qué Jesús puede ser tan bueno para nosotros? Hoy se sirve de la imagen del Buen Pastor. El pastor cuida, guía, cura, se alegra, comparte las necesidades, deja la iniciativa al otro y se alegra con él y su iniciativa. Nosotros al ver cómo nos conoce y nos cuida nos movemos a seguirle, porque lo que hace es entregar su vida por nosotros. ¡Cómo no seguir y amar al Maestro y Pastor de nuestras vidas!
¿Se ofrece alguien de voluntario para hacer lo mismo que hizo Jesús? Quien se ofrezca aprenderá de Jesús a cuidar y animar a los demás, a ser buenos pastores de la realidad, de la vida, de las personas, como Jesús. Hacen falta voluntarios, lo llamamos “vocaciones”, y este domingo, domingo de oración por las vocaciones, laicales, religiosas, sacerdotales, nativas, misioneras…, nos viene esta bellísima pregunta: “¿Para quién soy?” ¿Por quién vivo, para quién vivo yo? No nos ennoblece el vivir para nosotros mismos. Si vivimos, vivimos con los demás, vivimos por los demás. A esto nos ayuda Jesús, que vivía por el Padre y por nosotros: ¿por quién vivo yo? ¿para quién vivo? ¿para qué y para quién nací, crecí, y para quién vivo ahora?