Yo, para todo viaje / —siempre sobre la madera / de mi vagón de tercera—, / voy ligero de equipaje (A. Machado)

– Amós no era profeta ni hijo de profeta. Era pastor y cultivador de higos. Pero el Señor lo arrancó de su rebaño y le dijo: Ve y Profetiza a mi pueblo Israel. Los discípulos de Jesús no eran profetas. El profeta por antonomasia, el que habla palabras de Dios, la Palabra de Dios era Jesús en persona. Pero hace partícipes de su misión a sus discípulos. Y dice Marcos que envió a los Doce de dos en dos a anunciar lo mismo que Él, que Dios reina y es una Buena noticia, porque si Él reina, es que reina el Amor, que el Amor no pasa nunca, que el Amor es lo que mueve todo el universo y a nosotros, y que nosotros somos fruto de su Amor y y nos creó capaces de amar a lo divino.
– Da autoridad a los Doce para combatir el poder del mal que domina en algunas personas. ¿Con qué armas? Desprovistos de toda arma, ligeros de equipaje, con lo puesto y nada más. Basta confiar en el Padre y confiar en los hombres a los que se le lleva un regalo magnífico. Compartiendo con la gente sin preferencias ni otros intereses. Si os acogen en una casa, no mires sus condiciones materiales, mira a las personas que han querido ser hospitalarios contigo, te quedas allí. Más si son pobres. No pienses me cambiaría a otra casa. Pensad sólo en la misión: que reine el amor de Dios.
– Como la misión es inacabable y el caminar se os puede hacer largo, vale, podéis tomar el bastón que os ayudará, será como el bordón del peregrino, insustituible para llevar bien la vida en la tierra; y, vamos, también unas sandalias que os alivien el pisar terrenos tan distintos e inesperados. Cuando os encontréis con las gentes deteneros y mirad personas, mirad los ojos y las manos, acercaros, acompañadlos un buen rato si es de su agrado.
– Sí no os acogen, si en un lugar no os reciben ni os escuchan, les basta con lo suyo, quizá están satisfechos, no tienen sed de justicia o simplemente no se fían. Dejadlos, no os llevéis nada de los suyo, hasta el polvo de las sandalias que se os ha pegado, sacudidlo y se lo devolvéis, les servirá de testimonio de vuestro desinterés, no ibais a aprovecharos de ellos. No se da de beber a quien no muestra tener sed.
– Los Doce, salieron enviados de dos en dos, el amor no es cosa de uno, al menos dos, que darán testimonio de cómo se apoyan y hacen causa común. Y salieron a predicar la conversión. No se recibe si no se vacía el cuenco. Algo habrá que dejar. Se dará una transformación, se llamaba conversión a Dios y al prójimo, Jesús la devine como “creer en la Buena Noticia del reinar de Dios entre nosotros”. Cuando se la cree, todo parece ser posible y se recrea la vida. Entonces, se vencen tantos demonios que desmoralizan y deshumanizan. Creer en el Evangelio de Dios, buena noticia para los hombres, nos eleva la moral y nos humaniza.
– ¿Por qué fueron enviados así, tan ligeros de equipaje? Porque han de vivir lo que anuncian, e iban a anunciar la confianza en Dios como un Padre que cuida de sus criaturas, mirad los pájaros del cielo, mirad los lirios del campo… ¡Cuánto más cuidará de vosotros, sus criaturas humanas, llamadas a ser sus hijos, su familia! Su vida debía reflejar esa confianza en Dios y en los hombres, confianza en la acogida en los pueblos, confianza en el tiempo pues tendrían tiempo para restaurarse y llevar su higiene y limpieza diaria. Como hacen los peregrinos del camino de Santiago. Debían ser signos de confianza si querían anunciar la confianza. Debían ser signos de perdón y tolerancia si iban a anunciar al Dios que hace salir el sol sobre buenos y malos. Debían se signos de comunión y de amor, de dos en dos, si iban a anunciar un Dios amor que invita a la comunión y corresponsabilidad entre los hombres.
– Nosotros no somos profetas, ni somos los discípulos de Jesús de primera hora, quizá algunos lo sean hasta de la hora undécima. Pero también nosotros podemos ser esos signos de confianza, signos de perdón y tolerancia, signos de amor, con nuestras vidas, mejor que con las solas palabras. Ligeros de equipaje no es, en primer lugar, una exigencia moral, los cristianos se incomodan ante este evangelio porque tienen bienes y cuando emprenden un viaje necesitan maletas o grandes mochilas. Ligeros de equipaje tampoco es una mera crítica social o crítica de la institución eclesial y el poder y bienes que ha acumulado a lo largo de la historia. Parece que no es tan humano renegar de la historia o desprenderse de todo. Pero sí que se nos piden signos y coherencia.
– Jesús aquí solo pide coherencia a sus discípulos entre lo que van a anunciar de palabra y lo que manifiestan sus vidas, que de un modo u otro deben ser signos claros de confianza en Dios, en los hombres y en la vida; signos de comprensión y tolerancia positiva; signos de comunión. Este es el único modo de hablar en nombre del Dios de Jesús y crecer como discípulos suyos. Se cumple la profecía de Joel: todos, mujeres y varones, niños y ancianos profetizarán: ¡Amaos!