Renacer como criaturas nuevas
Cuando el hijo pródigo de la parábola vuelve y es acogido por la alegría y el amor del padre, fue como nacer de nuevo. Al hermano mayor le costó más. Pero el padre le recuerda, tú siempre has estado conmigo, todo lo mío es tuyo, es justo que te alegres porque ese hermano tuyo estaba perdido lo hemos recuperado, estaba muerto y ahora ha vuelto a la vida. Hermanos, hijos del mismo padre, renaciendo a la fraternidad rota, anudando verdaderos vínculos de fraternidad ahora fundados en el amor del padre que nos les falló.
San Pablo nos dice hoy: “Si alguno está unido a Jesús, el Cristo, es una criatura nueva, goza de una vida nueva. Lo viejo ha pasado, ha comenzado lo nuevo. Porque Dios mismo estaba reconciliando al mundo consigo, sin pedirles cuenta de sus pecados, y nos ha encomendado el mensaje de la reconciliación. Gozar de una vida reconciliada porque ha sido Dios quien quiere no ver el pecado de los hijos sino sólo lo que su amor podrá hacer en ellos. Deberíamos vivir ya desde esa vida nueva, vida en Cristo Jesús, en él somos justificados, unidos a él, el Padre nos reconoce como sus hermanos pequeños, hijos como el Hijo.