Una nueva Cuaresma para anunciar la alegría de ser cristiano.
Primer domingo de Cuaresma, 03-03-2019).
Cuaresma y alegría no suelen ir juntas. Pero ahora gracias al Papa que nos ha enviado el Espíritu Santo, todos los cristianos debemos ser conscientes que llevamos un tesoro, la alegría del Evangelio, la buena noticia de que Dios no tropieza con nuestros pecados y sólo nos pide la conversión a su amor.
¡Qué inmensa alegría contar con el perdón de Dios! Pero el perdón de Dios es algo serio, no significa que no pasa nada cuando hacemos mal. Ese mal que hacemos tiene sus repercusiones sociales. A alguien le hemos hecho mal y se levanta el sentimiento de culpabilidad.
Dios nos perdona quiere decir, no dures mucho en tu culpabilidad, pide perdón y compensa el mal que hayas hecho, hazte más humilde, te hará bien, puedes haber hecho mal, pero eso no debe significar tu hundimiento sino tu conversión, reparación y vuelta a comenzar con renovada alegría. De todo lo que llevo dicho, lo más difícil es la compensación, la reparación, lo que se llamaba al final de nuestras confesiones la satisfacción.
Nos hace bien confesarnos, pero debemos pedirnos por dignidad compensar el mal que hacemos, reparar el mal que hacemos
con el bien. Esta es la asignatura pendiente de nuestras confesiones rituales. No es que Dios las necesite. Las necesitamos nosotros y aquellos a los que hemos ofendido en su dignidad que necesitan de nuestra reparación.
Aquí está lo que los cristianos debemos revisar en esta Cuaresma. Cada vez más, nuestro mundo pedirá a los cristianos “reparación” del mal hecho, y con razón. Gracias a Dios, el mundo nos pide que seamos santos, y cuando no lo seamos, que seamos humildes en reconocerlo y reparemos el mal hecho para poder renacer a la alegría y al amor de Dios, es decir, a la alegría
de la reconciliación con nuestros hermanos.