Aleluya

Parroquia de San Lázaro – Parròquia de Sant Llàtzer

Sábado, 11. A las 6 de la tarde, misa. A las 8 tarde misa.

Domingo, 12. VI del Tiempo ordinario. A las 12:30, misa. A las 8 tarde, misa.

Lunes, 13. Santos Pablo Miki y comps. A las 7 tarde, misa. A las 8:30, Discipulado adultos Online.

Martes, 14. Santos Cirilo y Metodio.  A las 7 tarde, misa.

Miércoles, 15. A las 7 tarde, misa. A las 7:45, Discipulado adultos presencial.

Jueves, 16. Adoración de 10 a 12, comienza con misa. A las 7 tarde, misa.

Viernes, 17. Santos Fundadores de los Servitas. A las 7 tarde, misa, en sufragio de las Almas del purgatorio. A las 7:45, Oración Comunidad de San Lázaro Online y en el salón de la parroquia.

Sábado, 18. A las 6 de la tarde, misa. A las 8 tarde misa.

Domingo, 19. VII del Tiempo ordinario. A las 12:30, misa. A las 6 tarde, Retiro Espiritual. A las 8 tarde, misa.

Evangelio

Jesús quiere ayudar a sus discípulos y a cuantos le escuchan a hacer una relectura de la Ley de Moisés. Lo que Dios dijo en la Antigua Alianza con Israel era verdadero, pero no era todo, era la posible manifestación de la voluntad de Dios para su cultura y su historia. Pero la revelación de su voluntad pedía un tiempo más largo para que pudiéramos entender cómo era Dios y cómo quería ser Dios para los hombres. Jesús vino para dar cumplimiento y promulgar de manera definitiva la voluntad de Dios sobre sus criaturas humanas. En la historia de la humanidad vemos claro que las culturas y los tiempos históricos condicionan la capacidad de comprensión que tenemos de Dios y de la vida de los hombres sobre esta creación.

Jesús no quería quitar valor a la Ley de Israel ni a la historia de la revelación de Dios, mientras fue educando a aquél pueblo, para que la experiencia que Dios hacía con ellos la transmitieran a todos los oros pueblos de la tierra. Pero Israel la revelación de Dios la comprendió como privilegio suyo, en competencia con los otros pueblos vecinos que tenían otros dioses. Les costó comprender que el Dios de Israel quería revelarse como Dios uno y Dios de todos los pueblos de la tierra. Por eso, al final, Dios se mostró tal como era a Sí mismo, en la persona de su Hijo, en la persona de Jesús de Nazaret, hijo de María. Era el mismo Dios, pero bajo el rostro y persona de su Hijo, Jesús.

Por eso, Jesús pudo revelar las intenciones originarias de Dios escondidas en las leyes de Moisés y su primera Alianza. Y Jesús cumple lo que Dios buscaba a lo largo de la historia de la humanidad y de la historia de Israel, elegido para hacer una experiencia de fidelidad y alianza con Dios, que pudiera comunicar a los otros. No lo pudo hacer Israel, y lo hizo Jesús, que revela el sentido de la creación de Dios, qué quiso Dios al crear, qué sueño tenía sobre sus criaturas humanas, y cómo, dado que éstas erraron en libertad, cuál era el camino para reconciliarse Dios con ellas y ellas con Dios.

Jesús cumplió el designio de Dios al responder como hombre, libremente, dando su vida por los demás, como expresión de un amor extremo, el de Dios, sin límites ni condiciones. Ya sabemos los hombres cómo podemos cumplir la voluntad de Dios, la Ley de Dios. En esto se resume toda la Ley y los profetas, en “que os améis unos a otros como yo os he amado”. Más que una lista de mandamientos, Jesús nos ofrece un espíritu, una vida, una actitud ante Dios y ante nuestros hermanos.

Pero no olvidemos ahora el consejo del Sabio de Israel que hoy nos dice en la primera lectura: “Dios te ha puesto delante fuego y agua, extiende tu mano a lo que quieras. Ante los hombres está la vida y la muerte, cada uno tendrá lo que prefiera […], A nadie obligó a ser impío, y a nadie dio permiso para pecar” (Eclesiástico 15, 15-20). Gran misterio del amor de Dios: nos quiso libres, y confió que lo podíamos ser. Para ayudarnos y redimirnos de las esclavitudes a las que se somete nuestra libertad, nos envió a su Hijo, Jesús. El camino de la libertad es aprender a amar de verdad. Como Jesús nos ha amado.