Domingo de Pasión

Parroquia de San Lázaro

Parròquia de Sant Llàtzer

Viernes, 19. San José. A las 11 h., misa, en sufragio de José María Cañamares. A las 12’30, misa. A las 13’30, misa con la Falla Maximiliano Thous – Bilbao. A las 8 tarde, misa, por el pueblo.

Sábado, 20. A las 6 tarde, misa, por el pueblo. A las 8 tarde, misa, por el pueblo.

Domingo, 21. V de Cuaresma. A las 11, misa, en sufragio de las Almas del purgatorio. A las 12’30, misa, en sufragio de José Safón. A las 6 tarde, Retiro Espiritual, abierto a todos. A las 8 tarde, misa, por el pueblo.

Lunes, 22. A las 10 de la mañana, misa por el pueblo. A las 8 de la tarde, misa, en sufragio de Simón.

Martes, 23. A las 10 h., misa por el pueblo. A las 5’30, catequesis. A las 8 tarde, misa, por el pueblo.

Miércoles, 24. A las 10 h., misa, en sufragio de los difuntos de la familia Guillen Salazar. A las 5’30, catequesis. A las 8 tarde, misa, por el pueblo.

Jueves, 25. La Anunciación a María. De 10 a 12, Adoración eucarística, por el pueblo. A las 8, misa, por el pueblo.

Viernes, 26. A las 10 h., misa, por el pueblo. A las 6’15 Oración y Vida, preparándonos para una nueva evangelización, abierto a todos. A las 8 tarde, misa, por el pueblo.

Sábado, 27. A las 6 tarde, misa, por el pueblo. A las 8 tarde, misa, por el pueblo.

Domingo, 28. Domingo de Ramos. A las 11, misa, en sufragio de las Almas del purgatorio. A las 12’30, misa, en sufragio de José Safón. A las 6 tarde, Retiro Espiritual, abierto a todos. A las 8 tarde, misa, por el pueblo.


El Evangelio:

Este domingo quinto de cuaresma, que se llamaba “domingo de pasión”, antes del próximo domingo de ramos y semana santa, nos pone ya a Jesús ante su pasión. Jesús anunció y actuó el reinado de Dios entre los hombres. Venía a sellar con ellos una nueva y definitiva alianza, a la que convocaba ya a toda la humanidad. Lo hacía aún desde la historia de su pueblo Israel concentrado ahora en el pueblo judío, en el resto de Israel que esperaba su reino: María y el Bautista y todos los pobres o sencillos, humildes o humillados, enfermos o marginados como impuros, los anawim, los pobres de Yahvé. Muchos otros, herodianos, sumos sacerdotes, fariseos y saduceos, autoridades del templo y del pueblo… no lo esperaban, ¡porque no lo necesitaban! Se encontraban bien con su sistema religioso, social y político. Había habido muchos cambios de sistema social, pero éstos se muestran insuficientes para hacer justicia al ser humano.

Por eso, vino Dios mismo en persona, en la persona de su Hijo Jesús, y les descolocó, les desconcertó hasta el punto de sentirse amenazados y decidir acabar con él. Era Dios humanado, identificado como persona humana en Jesús, el hijo de María, el hijo del carpintero. Tanto amaba Dios a sus criaturas humanas que se había hecho uno de ellos, para decirnos que, desde nuestra frágil y digna humanidad, podíamos responder a su altura de libertad y amor, en alianza definitiva de amor y amistad, en su comunión. Si nos hubiera salvado como nosotros lo imaginamos no nos habría elevado a su nivel de amor y libertad. Nos habría “solucionado” los problemas, pero no habría “salvado lo humano” para que alcanzara la plenitud de lo humano, aun desde su debilidad y limitación de criatura. Por eso, Dios en Jesús no vino como todopoderoso, sino como simplemente humano, para elevarnos desde lo humano al amor y plenitud dignas de Dios.

Ahora comprenderemos que Jesús, sin dejar de ser Dios, en su Hijo, vivió totalmente como humano y sintió la angustia de su condena a muerte injusta. Ahora podemos leer en Hebreos que “Jesucristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, siendo escuchado por su piedad filial” [cuando el Padre lo resucitó de entre los muertos]. “Y aun siendo Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer” [aprendió, por todo lo que vivió y pasó entre los hombres, a ser el Hijo de Dios que no había dejado de ser, pero ahora desde lo humano]. Habiendo llegado de este modo a su plenitud humana y divina, desde su encarnación hasta la cruz y resurrección, puede enseñarnos y ayudarnos en el camino de llegar a nuestra plenitud como humanos.