Domingo de la familia
No debemos confundir la Familia de Nazaret con el modelo de familia restringido al padre, madre, hijo o hija, excluyendo otras formas de vivir en familia. Las familias en la antigüedad, eran extensivas, abarcando muchos más vínculos de los que se viven en espacios urbanos y edificios con viviendas reducidas. Pero lo que quiero destacar hoy, ante tantos debates sobre lo «normal» de la familia, es que la familia que conformaron Maria, José, y Jesús, con parientes o hermanos en Nazaret, fue una familia atípica. No es normal tener un hijo que sea el Hijo de Dios; ni que José no fuera su padre biológico. Porque lo que entre ellos acontecía era el misterio de Dios que venía a redimirnos de tantas «normalidades» nuestras, esas que rechazan personas humanas que no les parecen normales, a pesar de ser no menos humanas. El Hijo de Dios, siendo Dios, se hacía humano en el seno de María, madre virgen, para abrirnos a toda persona, advirtiéndonos a los discípulos que nada humano debería sernos ajenos.