La Vid y los Sarmientos
La vid y los sarmientos
En el tiempo pascual caminamos hacia la Pascua del Espíritu, fruto pleno de Jesús
resucitado. Jesús entregándose en su mensaje sobre el reinado del Amor de Dios y en su
acción y pasión por ese Amor, se nos entregó para siempre y para toda cultura mediante
la entrega de su Espíritu eterno, Espíritu creador y Espíritu regenerador. El agua y el
Espíritu estuvieron en los orígenes de la vida, y el aliento o Espíritu de Dios en los
orígenes de la vida humana. Ahora después de Jesús, el agua bautismal y el Espíritu
Santo están en el origen de nuestra regeneración como humanos en su dignidad de hijos
de Dios.
La vida tiene su manantial y el árbol tiene sus raíces. ¿Dónde están nuestras
raíces, nuestro manantial? Hoy Jesús se nos ofrece: “Yo soy la verdadera vid, y mi
Padre el labrador”. Nuestras raíces como viña están en Jesús, de Él nos llega la savia a
los sarmientos que somos nosotros. Nuestro manantial original es el Padre, es Dios,
nuestro padre fontal de quien todo procede como realidad total, comunión personal
henchida de vida y amor.
“Yo soy la vid y vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese
da fruto abundante”, engendrará en su entorno vida y amor. Lo conocen bien los
discípulos del Señor. Pablo, recién converso camino de Damasco, se une a los
discípulos de Damasco para que le hablen de Jesús. Pasado un tiempo, Bernabé lo lleva
a presentarlo a los discípulos de Jerusalén. Su fama era la de perseguidor, todos no se
fiaban, y lo envían a Tarso, desde donde descubrirá que su misión era la de apóstoles de
los gentiles. La Iglesia se iba construyendo y progresaba en el temor de Dios, y se
multiplicaba con el consuelo del Espíritu Santo.
“Quien guarda los mandamientos de Jesús permanece en Dios y Dios en él; en
esto conocemos que permanece en nosotros: por el Espíritu que nos dio”. El Espíritu
Santo se nos infundió desde el Bautismo, nos habita, pero no sabemos verlo ni cómo
actúa. Estemos atentos estas semanas, para compartirlo en la vigilia de Pentecostés.