Parroquia al día.
Parroquia de San Lázaro
Sábado, 31. A las 6 tarde, misa. A las 8 tarde, misa.
Domingo, 1. Todos los Santos. A las 11, misa de las familias con niños. A las 12’30, misa. A las 8 tarde, misa.
Lunes, 2. Conmemoración de los Fieles Difuntos. A las 6’30 tarde, Rosario por los difuntos. A las 7 tarde, misa. A las 7’40 Rosario. Y a las 8, misa. (Doblamos las misas para no concentrarnos tanta gente en una misa).
Martes, 3. A las 5’30 tarde, Catequesis de 3º de primaria. A las 7 tarde, Ensayo de Cantos. A las 8 tarde, misa.
Miércoles, 4. San Carlos Borromeo. A las 5’30 tarde, Catequesis de 2º de primaria. A las 8 tarde, misa.
Jueves, 5. Santos Elisabeth y Zacarías. De 10 a 12, Misa y exposición del Santísimo para la Adoración. A las 7 tarde, Adoración. A las 8 tarde, misa.
Viernes, 6. A las 6’15, Oración y vida, para la Nueva Evangelización, abierta a todos. A las 8 tarde, misa.
Sábado, 7. A las 6 tarde, misa. A las 8 tarde, misa.
Domingo, 8. XXXII del Tiempo Ordinario. A las 11, misa de las familias con niños. A las 12’30, misa . A las 8 tarde, misa.
Evangelio
El evangelio de las Bienaventuranzas nos llega con la Fiesta de Todos los Santos. Ellos son los más felices, lo consiguieron. En vida terrena lloraron muchas veces, por ellos o por los hermanos. Lloraron sus pecados o los del prójimo. Lloraron por incomprensiones o rechazos y lloraron por solidaridad con los que lloran. Alegrémonos hoy con todos los santos que tuvimos cerca, a nuestro lado, o cuyo testimonio de vida nos hizo mucho bien.
El Papa Francisco escribe: «“Felices los que lloran, porque ellos serán consolados”. El mundo nos propone lo contrario: el entretenimiento, el disfrute, la distracción, la diversión, y nos dice que eso es lo que hace buena la vida. El mundano ignora, mira hacia otra parte cuando hay problemas de enfermedad o de dolor en la familia o a su alrededor. El mundo no quiere llorar: prefiere ignorar las situaciones dolorosas, cubrirlas, esconderlas. Se gastan muchas energías por escapar de las circunstancias donde se hace presente el sufrimiento, creyendo que es posible disimular la realidad, donde nunca, nunca, puede faltar la cruz».
Este es el maravilloso misterio de la redención. Por una parte, Dios respeta nuestra condición histórica, cultural, donde crecemos y como crecemos a la libertad. Dios respeta todos los condicionamientos de nuestra libertad y dignidad que Él nos da. Dios respeta su creación, pues su secreto era y es bueno, creó por amor, nos sostiene por amor y nos cree capaces de amar, plenitud de nuestra libertad. Por eso, respeta nuestra fragilidad, limitaciones, debilidades, tentaciones, y caídas, hasta daños provocados. Incluso queriendo hacer el mal, en verdad, no sabían lo que estaban haciendo. Siendo responsables, nunca están perdidos del todo; son redimibles, recuperables, rescatables.
Dios respeta y ama nuestras pobrezas, lágrimas, pequeñez o impotencia; la sed de justicia; sentimientos de compasión y limpieza de corazón, aunque a veces nos sintamos traicionados; la voluntad de poner paz, aunque a veces recibamos golpes de las dos partes, riesgo de ser perseguidos, ofendidos, calumniados… Porque, al mismo tiempo, nos dice “bienaventurados”, “felices”, haced fiesta conmigo, porque Yo estoy con vosotros, y vosotros estaréis conmigo definitivamente, como tantos santos ya lo están.