Por una “no violencia” que se compadece de la debilidad de los violentos

“A vosotros, los que me escucháis os digo: amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os calumnian”. A vosotros los que me escucháis, significa que se dirige a quienes como discípulos le escuchan, le siguen, le obedecen. La llamada de atención se dirige a los íntimos, a los que le acompañan anunciando el reinado del amor de Dios. Los que no lo conocen, los que no se reconocen como amados, ni por Dios ni por los hombres, es natural que les cueste mucho perdonar

Difícil lo tenemos los cristianos para acoger estas palabras de Jesús, de corazón. Y lo que vivimos aquí no tiene comparación con lo que se vive por ejemplo en Benin (África), donde el terrorismo islamista atacó y destruyó un Seminario y expulso a los seminaristas con sus profesores. Y así, muchos otros ejemplos de la Iglesia perseguida en otros lugares. Aquí, en nuestras tierras, también hablamos de persecución por parte de cierta política y cultura, que se alegra desafiándonos como instancia moral de la sociedad. Parece que no tenemos nada que enseñarles y, en cambio, les merecemos su juicio y condena social.

Y, sin embargo, la Palabra de Dios hoy nos quiere ayudar a llevar bien estas cosas que nos pasan. Claro que deseamos dar testimonio de los valores evangélicos en temas de economía, educación, sociedad, familia y relaciones humanas. Tenemos mucho bueno que decir y que aportar. Podemos poner de manifiesto las incoherencias de los que prometen la felicidad rompiendo los valores de la tradición cristiana. Lo que pasa es que también en esa tradición había un poco de todo y todo no era bueno.

Ahora la gente que vive en nuestro país quiere emanciparse de toda imposición y creen que seguimos queriendo imponerles nuestros valores y que vamos contra su libertad y sus derechos. No es así, simplemente decimos que adonde les lleva la libertad absoluta y el derecho a todo lo que uno sienta o desee, eso nos va a deshumanizar, creará más insolidaridad y entraremos en una lucha ideológica que nos va minando la moral a las personas, la sociedad y las familias.

¿Qué hacer? Jesús nos dice que recuperemos nuestro amor por las personas que no piensan ni sienten ni hacen como nosotros, e incluso hasta los que luchan contra toda influencia social de la Iglesia y los cristianos. Nos dicen que seguimos teniendo demasiados privilegios en la sociedad española. No es verdad; pero ¿podremos recuperar nuestro amor a los que no nos quieren bien? No dejan de ser personas llamadas a ser hijos de Dios, aunque parece que rechacen esa llamada.

Esta propuesta enlaza con la que siglos después hizo Gandhi que tanto valoraba a Jesús. Por una “no violencia” que se compadece de la debilidad de los violentos, mientras les resiste fuertemente porque la verdad está con la no violencia.