VIDA Y MUERTE EN SINGULAR BATALLA
Corrimos demasiado. Anuncié puertas abiertas, la semana pasada, cuando aún no sabíamos si Valencia entraba en la fase 1, y nos quedamos en la 0. A estas horas del viernes se me comunica que la Comunidad Valenciana entra ya en la fase 1. Iniciamos, pues, el culto en modo puertas abiertas en San Lázaro de Valencia, ya el 18 de mayo de 2020. La primera será la eucaristía este lunes a las 20.00 como de costumbre, pero con todas las precauciones y medidas de seguridad que nos mandan. Seremos responsables para cuidar unos de otros. Unos voluntarios les recibirán a la entrada en el templo y les orientarán.
No critico ni menos ataco, que la entrada en las distintas fases se haga como se está haciendo. ¿Por qué? Porque soy testigo de una tensión entre dos opciones que no resulta fácil al ser humano privilegiar una en detrimento de la otra. A esta tensión irresoluble, sólo vivible como caminando a tientas, le he llamado en mis libros, la «tragicidad» de la existencia humana limitada, incapaz de hacer justicia a todas las partes en tensión.
1.- Soy testigo directo de la exigencia de no retrasar mucho la recuperación paulatina de la actividad económica, por los rostros de los pobres que atiendo desde la Cáritas parroquial y el Economato que agrupa a siete parroquias de los barrios de Valencia Norte, con muchas familias necesitadas en ellos. «Vida y muerte en singular batalla»… en los pobres más empobrecidos.
2.- Y, a la vez, soy testigo directo de la exigencia de frenar la salida del confinamiento por exigencia de los trabajadores sanitarios, enfermeros y médicos, lo que conozco por mi relación con algún médico enfermo del coronavirus y mis contactos con sanitarios en la sanidad pública y en la privada. Me dicen que aún faltan medidas de protección eficientes para ellos, al menos en muchos hospitales y centros de salud. Y en algún hospital privado empieza a urgir a su plantilla reincorporaciones para atender a los más pacientes posibles. Están estresados nuestros médicos y sanitarios por las bajas de compañeros, respondiendo los que quedan, con la conciencia clara del peligro de enfermar. De nuevo: Vida y muerte en singular batalla… en los médicos y sanitarios.
La esperanza, los cristianos la cantamos en el himno pascual:
Lucharon vida y muerte
en singular batalla,
y, muerto el que es la Vida,
triunfante se levanta.
«¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?»
«A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,
los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!